viernes, 25 de diciembre de 2009

Tomás

Tomás se fue ese día. Tomás está buscado algo que nosotros no. Una respuesta. Algo por lo que ser libre. Por eso el Tomás se fue. Nosotros, los que hoy estamos aquí, no entramos más al río desde esa fecha.

El Tomás buscaba en las miradas de los vagabundos, en los libros, en los auxiliares del colegio, en las drogas también, claro. Todos buscamos en distintos lados. El Tomás a veces desaparecía del grupo. Estaba presente, pero era como si no hubiese estado. Su silencio a veces nos molestaba. Sus intervenciones hacían reír a las compañeras más tontas. A nosotros no nos parecía tan gracioso el espectáculo. A veces lo quedaba mirando, tratando de entender dónde podría estar la respuesta, pero no la encontraba. Entonces el me hacía un chiste y el tema quedaba ahí. El Tomás era experto en eso, en distraer la atención de la gente que se concentraba en él.

Cuando pasó lo del río a mi no me extrañó para nada. Era perfectamente posible algo así. No entiendo por qué a la gente le pareció tan extraño. A los profesores, a sus viejos, a su polola… Este montón de gente nunca ha comprendido las señales, esas que se encuentran en el aire, es como si fuesen ciegos, o bien, tuertos.

Yo no pretendo decir que haya descifrado la razón de la desaparición del Tomás, al contrario, no entiendo.



El Tomás no estuvo mucho rato en la fiesta de despedida de cuarto. Pero yo no caché mucho qué onda. Yo siempre encontré algo raro en él. No era como nosotros. Algunos dicen que el Tomás había tomado Peyote durante la fiesta, y que por eso salió corriendo del río. Yo no sabría asegurarlo, pero por qué no. Ese tipo de hueones son capaces de cada cosa…

Siempre pensé que el Tomás nos veía como inferiores, que nunca le interesó relacionarse con nosotros, que era un prepotente culeado. A mi poco me importa en verdad su desaparición. Si se murió ahogado, si lo raptaron los extraterrestres, si tuvo una sobredosis. En verdad no. El Tomás parecía estar ausente siempre. Además para varios acá su vida era algo desenfrenada y loca, algo que nosotros no acostumbramos. Nuestros papás no nos enseñaron a ser así. Eso es una hueá de raza, de color. El Tomás no era como el resto, en definitiva, ese hueón no pertenecía aquí.

A la Graciela le encantaba. Ese hueón definitivamente la conquistó. Ella nunca se habría fijado en el Tomás si él no la hubiese buscado tanto. La Graciela se enamoró, como una tonta. Quién sabe qué le dijo el Tomás. Ahora la Graciela es un zombie, todo por culpa de ese hueón.



Yo estaba tomándome una chela afuera con la Coni, y escuché gritar al Tomás, gritó súper feo. Nadie nos cree cuando le contamos esto. Piensan que son cahuines de mina sobre ese día, pero yo y la Coni lo escuchamos súper claro.

Con la Coni fuimos sus amigas cuando chicas, pero después él cambió, se volvió más oscuro y de ahí le perdimos el rastro. Aunque éramos compañeros nunca le volvimos a hablar. Creo que una vez hicimos unos trabajos juntos. Pero aparte de eso nada más. El Tomás a veces nos quedaba mirando y sonreía. A veces nos miraba como si fuésemos un punto más en el aire. Algo que no importa mucho fijarse. Así era a veces. Otras veces era bien simpático y participaba de los carretes, y todo muy bien. Pero con la Coni nunca se la compramos del todo.

Cuando pasó lo del río fue bien raro todo. El grito del Tomás, el río, los árboles, la noche. No sé, todos nos cagamos de miedo y muy poca gente se atrevió a ir a buscarlo. No se cachó bien qué pasó luego. Sólo vimos cuando el Tomás entró y luego nos dimos cuenta que esa era su voz durante los segundos que duraron sus gritos. Con la Coni nos miramos y salimos corriendo.



No sé, yo con el Tomás peleamos hace un par de años. Nuestra pelea fue por creencias personales, esa fue la primera y única vez en que nos peleamos. Antes de eso éramos re amigos. Yo ya no le tenía bronca, pienso que él tampoco a mí, no sé. El asunto es que no volvimos a hablar más.

Hicimos varias cosas juntos. No creo que sea necesario comentarlo acá. Igual creo que son cosas típicas de la juventud. Literatura y filosofía en común, la música, creencias y ritos de amigos. Ambos estábamos interesados en la filosofía, en el espíritu, las pequeñas bifurcaciones de la juventud. Qué se yo. Hay tanto que se puede decir.

Peleamos por diferencias de opinión, por eso nos distanciamos. Con la Graciela nos llevábamos re bien. La Graciela le hacía bien al Tomás. Él también la quería mucho. Honestamente no creo que la Graciela tenga algo que ver en esto. Este es un royo del Tomás, algo que no se resolvió, algo que quedó dando vueltas en él por mucho tiempo. Qué sé yo, ya no éramos amigos al fin y al cabo, ¿no?.

El río, claro, el río. Agua, vida, todo sabemos lo que significa, claro.



Si, bueno yo con Tomás tuve algo, pero no era muy importante, pienso yo. El Tomás nunca me quiso explicar muchas cosas. Creo que le gustaba que todos pensáramos que era un tipo extraño. No sé, es que, no, no, no es eso. El Tomás transmitía algo tan invisible, oscuro, algo tan dentro de él. Bueno, eso algunas veces. Ese era el momento en que más lo amaba.

Al Tomás lo conocí gracias al Diego. El Diego me lo presentó. Era su compañero de colegio. Parecía mayor que la mayoría, o bien era de las personas que muestran en los ojos lo que han vivido y se ven mayores. Ciertamente era más maduro que los demás. Pero había un punto inalcanzable en él para mí. A veces me pedía que lo dejara solo, que necesitaba estar consigo mismo. Por lo mismo peleábamos al comienzo, pero poco a poco lo fui comprendiendo. Fuimos felices por un buen tiempo. Pero nunca logré entrar en el universo de Tomás y Diego. Ellos eran impenetrables.

Un día x Tomás terminó conmigo, de un día a otro. Dijo que era lo mejor que podía hacer por mí. Que me tranquilizara y que todo estaría bien. Después de eso no volvimos a hablar nunca más. Cuando Tomás desapareció en el río yo no hablé durante una semana. ¿Qué iba a decir?




POSDATA: Los ex alumnos de este curso se graduaron. Tomás apareció muerto en las afueras del pueblo luego de dos meses de búsqueda. Pocos fueron a su funeral.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Ashes to ashes

Caminamos en fila,

Por la calle,

Y es, como si sonara ashes to ashes

Como banda de fondo.

Subimos la escalera de la tienda

Y cada vez que cambiamos posición

Es la nueva escena

De una película

Que ya vimos.

Leo el poema,

Se corta la respiración

Pero David Bowie

Sigue cantando

Para nadie.

Nos pintamos la cara

Podremos vomitar un poco,

Porque sí pusimos las bombas

Y tenemos que salir huyendo,

Y arrancar, en un Cadillac,

O a pata,

Como gil loco,

Por la avenida.

Cuando paramos de correr,

Nos miramos simple

La última película,

La página en blanco,

El precipicio,

El último pálpito.


domingo, 6 de diciembre de 2009

Fresa

Aroma a fresa había ahí

Y las letras ya escritas se las llevó el río

Un cauce que ya no retorna, un regalo no dado

La muñequita que guardo está sucia,

Más escondida que mis propios monstruos.

Escribí sobre el cielito de mi pieza

Hubo tiempo en ese aire

Y figuras anteriores perseverando.

Tuve que salir corriendo

El espanto corrió por mi espalda.

La micro seguía su ruedo

-Como todo en esta ciudad-

y hubo algo oscuro que todos sienten.

Palpitantes ojos, ajenos suspiros por donde voy.

Y esa lluvia que me hace pensar en las películas de niños

De las que te enseñan

Que no existe nada como el hogar.

Y justo en la comisura,

una herida,

Algo mas,

una sugerencia mas aterrada que mis propias garras.

Volvemos a fumar,

Para llenar los espacios,

Porque algo de suspiros necesitamos

Para acabar pronto con tanto acertijo.

Soy conciente

Y los nuevos cielitos no han cambiado nada

Siguen los mismos regalos no dados

¿Para qué tanto acertijo?

Estaremos en el mismo puente

Quedamos en el mismo puente, hoy,

Pensando en cuantos muertos hay abajo

En cuantos muertos cargo,

En cuantos de ellos muestro en los ojos

En cuantas líneas tengo en las manos,

Y más aún,

En qué punto se unen con las tuyas.

Aborrezco el sueño y sus sombras

Extraño las fresas, el río,

Y a mi padre, en esta ciudad

Que ya no soporta a la gente morir.

Va protestando desde la matriz,

Y la debacle en que nos confundimos

Entre lo osado y lo fugaz.

Ciudad que se jacta

de la vehemencia de su sangre,

donde no queda nada,

aquí mismo,

donde el terror es constante, propio, ridículo.

El pueblo que anhelo en la espera

Se rige por la pureza

Y mi padre descansa,

limpio de cicatrices.

Tengo una pecera en la cabeza

Y prosigo con el discurso entre las palmas.

Incendio las fresas,

Retorno a la cama.

05/10/07